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Eso es lo que te transmite la India, y espero que sea lo que refleja un nuevo portfolio, denominado India 2, en la sección de gente.
Desde que llegas, todo te resulta extraño. El calor intenso, la humedad agobiante, los olores, los sonidos, la conducción desquiciada… y la miseria absoluta. Flotando, sin tocarla, transmitiendo la misma sensación de irrealidad que una alfombra mágica sobre Macondo, hermosas mujeres inmaculadas en saris azafran, violeta y añil.
Por eso, o te fascina o lo odias. No hay termino medio.
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Aprovecho el atasco que tengo con el procesado de las fotos de Islandia para retomar el subir fotos antiguas, en este caso de la India. Tenéis un nuevo portfolio, denominado India 1, en la sección “Galería”, bajo la categoría de Gente.
Hay un poquito de todo, desde unos chavales limpiándose los dientes en el Ganjes, en Varanasi -¡madre mía!-, hasta una instantánea del interior del templo de las mujeres. Acostumbrado ahora a las fotos de la 5DmkII, estás, hechas con la 350D, parecen un poco ruidosas y de foco un tanto blando, pero creo que retratan bien la intensidad de un mundo que a mis ojos era extremo, fascinante y extraño.
La visita al templo que antes mencioné se saldó con otro de esos momentos raros que te ocurren cuando viajas solo. Como su propio nombre indica, en el interior los fieles eran prácticamente en su totalidad mujeres. Su arquitectura no podía ser más rara. Antes de llegar a la estancia principal, debías atravesar una serie de pasillos cuajados de dioses, compitiendo a ver cual era el más hortera y estaba pintado con los colores más llamativos. Por uno, que simbolizaba un río, corría un palmo de agua y debías mojarte si o si para superarlo. Otros eran tan angostos que se hacía necesario cruzarlos a gatas. Por todos los rincones había altares humeantes. El lugar era genuinamente kisrsh, dominado por el cartón-piedra, casi como si alguien hubiera hecho una broma mezclando una tienda Ikea con pruebas del 1, 2, 3.
Una vez en la sala principal había un grupo de mujeres, más bien mayores, sentadas en torno a un Guru. Al verme, una señora gordita y bonachona me llamó, y allí, entre ellas, me sentaron. Cuando me di cuenta estaba con una corona de guirnaldas alrededor del cuello, tomando un refresco e intentando cantar dios sabe qué con esa gente. Fue un momento muy simpático y no se si ellos se reían más de mi imitación de los cantos hindúes o yo de lo extraño de la situación. Recuerdo que el Gurú me preguntó donde iba a seguir mi viaje, y tras decirle que a Risikesh me dio una tarjeta de un sitio, un ashram, para que fuera de su parte a alojarme gratis. Lo cierto es que no lo hice.
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Este conjunto tiene un tratamiento más natural, preservando y potenciando los colores brillantes que unos buenos días de sol nos dieron de camino a Landmannalaugar. Aunque pueda parecer lo contrario, este tipo de fotos es mucho más compleja de tratar que otras que he mostrado antes de Islandia, más monocromáticas. Intentar no abusar de los contrastes y quedarte en el punto justo es particularmente difícil… alguna de estas casi me vuelve tarumba de tanto hacer y deshacer… ¡para acabar al final con bastantes pocos cambios!
Si ampliáis las dos últimas y os fijáis un poco, veréis unas figuras humanas que es lo que les dan sentido y perspectiva…
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Una puesta de sol tranquila, lenta y hermosa a la orilla del Lago Myvatn… ¡lo que no sale en las fotos son las nubes de moscas incordiando!. Para que os hagáis una idea, el objeto estrella a la venta en los supermercados eran unas mosquiteras portátiles para ponerte por encima de la cabeza.
Aparte de ese incordio, el sitio era maravilloso.
Las fotos están hechas sin trípode y usando filtros de degradado neutro.
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El pretencioso nombre de esta entrada es sólo la traducción del nombre de la cascada que veis en las fotos, Goðafoss. Hacia el año 1000, el Cristianismo fue declarado religión oficial de Islandia. Tras la conversión, los iconos paganos fueron arrojados al fondo de la catarata, dándole su nombre: “la cascada de los dioses”.
La serie de imágenes es un ejemplo de lo benévolo de la luz en Islandia para los intereses del fotógrafo. Normalmente, en nuestras latitudes, una luz como ésta dura 5 o 10 minutos como máximo. Uno debe estar en el momento adecuado en el sitio justo, y como metas la pata en algo, se acabó la oportunidad. Seleccionas el encuadre y esa es tu foto, ya no hay tiempo para más. En Islandia esos 10 minutos se transforman una alucinante hora y media. Te da tiempo a colocarte, recolocarte, hacer pruebas y cambiar de posición…. mientras la luz se mantiene increíblemente hermosa.
El resultado es este, una sola cascada, mil tomas desde ángulos distintos (y tomadas a distancias considerables las unas de las otras).
Las fotos están tomadas con trípode y un tiempo de exposición entre 2.5 y 20 segundos, con el diafragma muy cerrado y usando filtros LEE de densidad y degradados neutros. La lente empleada fue un zoom gran angular, el Canon 17-40 f/4 L.
El tratamiento es el más natural posible, con los colores según salen de la cámara, solo cambiado los contrastes e iluminaciones por zonas. Los tonos eran demasiado bonitos como para hacer experimentos en monocromo esta vez…
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Hay un nuevo Portfolio, India 3, en la sección de retratos.
La foto que lo ilustra es la de un hombre en Risikesh, una pequeña población atravesada por el Ganges, al Norte de la India, en la falda de la cordillera del Himalaya. El lugar es conocido por ser considerado la capital mundial del yoga y por la visita de los Beatles, que fueron a “encontrarse a ellos mismos” en el ashram del Maharashi Mahesh Yogi. El resultado, aburrimiento supino y desbandada final en medio de acusaciones de acoso sexual contra el gurú…
Quizás conocer esta historia me condicionó, pero a mi el lugar me pareció como un parque de atracciones temático del esoterismo y el yoga. La cuenta para mi… Creo que entendí la desbandada, encabezada por Paul, seguramente el más sensato los cuatro. Aún así, si uno se abstrae de la capa de tontería, el sitio tiene algo de fascinante, con los puentes colgantes sobre un Ganges aún sin rastro de contaminación… aunque carezca de la fuerza de la mucha más poblada, sucia y exagerada Varanasi.
El hombre de la foto era un tipo simpático. Estaba al borde del río, charlando con un amigo. Me pareció que tenía un aspecto imponente, así que me propuse hacerle un retrato. Me fui acercando a el, como quien no quiere la cosa, dando vueltas y mirando para otro lado, esperando el mejor momento para abordarle y pedirle permiso. No hizo falta. El se me adelanto y me dijo, con cara de sorna, que si quería hacerle una foto. Disparé una de medio cuerpo para arriba, y luego está, que fue mi favorita Se la enseñé en la pantalla de la cámara y recuerdo que se mostró muy sorprendido. Llevaba el 50 mm 1.8, en una 350D. Una combinación muy pequeñita, que abulta poco y que tiene un aspecto más bien barato y plasticoso. Con esa birria no podía parecer un fotógrafo decente (hay estudios que demuestran que la gente juzga de forma más positiva las fotos hechas con equipos voluminosos). Al ver lo que podía salir de ese cacharrín, se llevó una grata sorpresa.
Y es que el 50 mm 1.8 de canon es la mejor inversión calidad/precio que nadie pueda soñar en una tienda de fotografía. Por 120 euros te llevas un objetivo que, simplemente, te convierte de forma casi instantánea en mejor fotógrafo… Si tienes una reflex y no tienes una focal fija, ya estás tardando…
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Tenéis un nuevo portfolio de la India en la sección de arquitectura.
La foto seleccionada para ilustrarlo corresponde al castillo de Meherangarh, en Jodhpur. Es, simplemente, grandioso y gigantesco.
Está tomada desde lejos, desde un cenotafio que se llamaba Jaswant Thada. Lo que le da mayor interés son los niños, marcando la silueta contra el cielo y la mole del fondo.
A la puesta del sol, desde el restaurante que estaba en la azotea del hotel, la vista era parecida. Los sonidos de la calle, bocinas, almoacines y canticos hindues se fusionaba en una hipnótica cacofonía, proyectandose sobre el castillo.
Que ganas de volver….
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