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Supongo que poco a poco me acerco al final de los retoques de Islandia… y me asalta la duda de siempre… ¿cuando paro?. Hasta que punto esta o aquella foto son lo suficientemente buenas como para no bajar el nivel del todo el conjunto… o hasta que punto no me estaré dejando las mejores fotos fuera por mi incapacidad de ver en que se podrían transformar con un procesado adecuado…
Mientras pienso en eso, las fotos van saliendo… ¡aquí tenéis unas cuantas!
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Si tenéis un rato tonto, estas son las instrucciones para ver este post. Os descargáis las fotos en tamaño grande, a través del enlace de cada foto en la web, y os ponéis de fondo esta canción de Pat Metheny: Sea song.
Después, con calma, veis las fotos a pantalla completa.
Imagino que nadie va a hacer esto, como es natural, pero la música transmite los mismos sentimientos que las fotos: hay algo etéreo, inanimado y hermoso en estos paisajes. No hay árboles, no hay seres humanos, y no debe haberlos. Algo atávico nos dice que son como deben ser. Y parte de nosotros los añora, cono si estuvieran codificados en nuestro ADN, a la vez que otra los teme. Son de otro mundo, a la vez que el nuestro es perfectamente reconocible en ellos…
Curioso… me acabo de dar cuenta de la referencia que he introducido al ADN… no se si es convergencia de pensamiento o simple copia involuntaria por mi parte, pero algo muy parecido aparece en el principio Prometheus, la reciente y, según algunos que-yo-me-se, discutible película de Ridley Scott. El lago de la foto aparece en las primeras tomas aéreas, justo antes de la referencia a nuestro origen genético.
Si todo esto os da pereza, por lo menos escuchad la canción un día que tengáis calma y paz de espíritu. Eso que habréis ganado. Es una obra maestra.
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Más que rocas…
Islandia es más que su geología. Salvo a los amantes de los arboles, el país es recomendable para cualquiera.
Estas fotos son un ejemplo. La ballena que se ve más de cerca es una enorme yubarta, cerca de Husavik. La que se ve al lado del barco es más pequeña, una Minke.
Los pájaros son unos frailecillos. Estas fotos son para mi una pequeña vendetta personal… había conseguido unas de estos bichillos tan simpáticos en Noruega, pero las había borrado por error al sacarlas de la tarjeta…
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Este conjunto tiene un tratamiento más natural, preservando y potenciando los colores brillantes que unos buenos días de sol nos dieron de camino a Landmannalaugar. Aunque pueda parecer lo contrario, este tipo de fotos es mucho más compleja de tratar que otras que he mostrado antes de Islandia, más monocromáticas. Intentar no abusar de los contrastes y quedarte en el punto justo es particularmente difícil… alguna de estas casi me vuelve tarumba de tanto hacer y deshacer… ¡para acabar al final con bastantes pocos cambios!
Si ampliáis las dos últimas y os fijáis un poco, veréis unas figuras humanas que es lo que les dan sentido y perspectiva…
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Una puesta de sol tranquila, lenta y hermosa a la orilla del Lago Myvatn… ¡lo que no sale en las fotos son las nubes de moscas incordiando!. Para que os hagáis una idea, el objeto estrella a la venta en los supermercados eran unas mosquiteras portátiles para ponerte por encima de la cabeza.
Aparte de ese incordio, el sitio era maravilloso.
Las fotos están hechas sin trípode y usando filtros de degradado neutro.
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El pretencioso nombre de esta entrada es sólo la traducción del nombre de la cascada que veis en las fotos, Goðafoss. Hacia el año 1000, el Cristianismo fue declarado religión oficial de Islandia. Tras la conversión, los iconos paganos fueron arrojados al fondo de la catarata, dándole su nombre: “la cascada de los dioses”.
La serie de imágenes es un ejemplo de lo benévolo de la luz en Islandia para los intereses del fotógrafo. Normalmente, en nuestras latitudes, una luz como ésta dura 5 o 10 minutos como máximo. Uno debe estar en el momento adecuado en el sitio justo, y como metas la pata en algo, se acabó la oportunidad. Seleccionas el encuadre y esa es tu foto, ya no hay tiempo para más. En Islandia esos 10 minutos se transforman una alucinante hora y media. Te da tiempo a colocarte, recolocarte, hacer pruebas y cambiar de posición…. mientras la luz se mantiene increíblemente hermosa.
El resultado es este, una sola cascada, mil tomas desde ángulos distintos (y tomadas a distancias considerables las unas de las otras).
Las fotos están tomadas con trípode y un tiempo de exposición entre 2.5 y 20 segundos, con el diafragma muy cerrado y usando filtros LEE de densidad y degradados neutros. La lente empleada fue un zoom gran angular, el Canon 17-40 f/4 L.
El tratamiento es el más natural posible, con los colores según salen de la cámara, solo cambiado los contrastes e iluminaciones por zonas. Los tonos eran demasiado bonitos como para hacer experimentos en monocromo esta vez…
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