Retratos

U Bein

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Sobre el Lago Taungthaman, en las afueras de Mandalay, cruza el puente de Teca más largo del mundo. Con la puesta de sol, los monjes y lugareños pasean de forma relajada, las parejas se hacen fotos y los niños se tiran al agua haciendo piruetas. El lugar trasmite una paz y un sosiego que contrastan con la locura y la contaminación de la cercana ciudad.

Y aquí también el juego se repite… tu eres tan fotografiado -generalmente con un móvil chino en el que apenas se ve nada- como fotógrafo. Paz, risas y aire fresco antes de atreverse de nuevo con Mandalay

 

Kalaw

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La pequeña localidad de Kalaw es una pista de lanzamiento al paraíso fotográfico que es la Birmania rural.

Tuvimos la suerte de hacer la excursión que aparece en este mapa, tal y como quedó registrada en el GPS del móvil:

 La afabilidad de la gente, sencillamente, hace el resto…

 

¡Bienvenidos a Birmania!

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Nada más aterrizar en Yangón una ola de Asia te explota en la cara; humedad, olores, calor, lluvia torrencial, calles inundadas hasta la rodilla, atascos inverosímiles… y por encima de todo eso, casi inexplicablemente, la afabilidad y la sonrisa permanente de la gente.

Visitar Birmania es una experiencia intensa, pues aunque el país está cambiando rápidamente, aún conserva su personalidad casi intacta. Para un fotógrafo es poco menos que un paraíso, aunque confieso que en este viaje han faltado días en las zonas más remotas. Quizás esta vez hemos seguido demasiado “la guía” pero, aún así, ha sido maravilloso. La gente es increíblemente amable, y nunca reniegan de hacerse una foto… es más, a menudo, tu te conviertes en el fotografiado con su móvil, algo que convierte el asunto en un juego aún mas divertido.

Como a todo el mundo al que le hago una foto, recuerdo exactamente a la chica que encabeza esta entrada y la conversación por gestos que tuve con ella. Esta memoria selectiva y misteriosa contrasta con mi horrible capacidad de retención para otros temas. Estábamos en el interior de uno de los miles de templos de Bagán, y ella era una turista, como yo, pero Birmana. Al verla no pude por menos que pedirle permiso para una foto… por el resultado coincidiréis conmigo que es difícil imaginar a alguien más elegante y hermoso.

Creo que es Asia condensada en una mirada.

 

El instante decisivo

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“De todos los medios de expresión, la fotografía es el único que fija el instante preciso. Jugamos con cosas que desaparecen y que, una vez desaparecidas, es imposible revivir… …Para nosotros, lo que desaparece, desaparece para siempre jamás: de ahí nuestra angustia y también la originalidad esencial de nuestro oficio.”
Henri Cartier-Bresson

 

Polvo, sudor y Himbas

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Opuwo es poco más que una calle polvorienta, un asentamiento con aire de pueblo de frontera al norte de Namibia. Allí, como en un crisol por remover, lo nuevo entra en contacto con lo viejo, y uno tiene la sensación de estar en un sitio donde la historia está por escribir. Si, es una frontera intangible, pero visible… entre occidente y lo tribal, entre el motor de explosión y la primera piedra, allí, en la cuna de la humanidad.

Más allá, una absurda red de caminos, aparentemente  errática y sin destino, lleva a las aldeas donde viven los Himbas. Pobres de solemnidad, con su piel mezclada con un polvo del que comprendes que es imposible escapar.

A veces hermosos, siempre orgullosos. Hacerles fotos no es sencillo.

Luz plomiza. Calor asfixiante. Muchos niños. Muchas risas.

Mucho polvo.

 

Dakar

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He actualizado el menú de lugares y he incluido las fotos de los tres días que estuve por trabajo en Dakar. Obviamente aproveché cada minuto libre para visitar la ciudad como pude…

Quizás lo mejor, aunque no en cuanto a fotografía, fueron las dos cenas en un club de música en vivo que se llamaba “Just 4 U”. Maravillosa música africana.

La foto que ilustra este texto tiene su historia divertida…. la tomé en un puesto que estaba a la entrada de un mercado un tanto oscuro, al que me acerqué no sin cierta aprensión. Nada mas pasar la puerta estaba este chico, charlando con unos amigos. Al verme, supongo que para reírse un poco de mi con los colegas , me espetó bastante iracundo que ahí no se podían hacer fotos. No se como se me ocurrió, pero le respondí, con cara de cachondeo, que desde luego a el no le iba a sacar ninguna, que era muy feo… y claro, ¡o se cabreaba o se reía! Afortunadamente fue lo segundo… con lo que le pude hacer la foto que veis: la curiosa imagen del calvo que regenta la tienda de pelucas en un mercado de Dakar

 

 

Nuevas fotos: retratos de India (3)

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Hay un nuevo Portfolio, India 3, en la sección de retratos.

La foto que lo ilustra es la de un hombre en Risikesh, una pequeña población atravesada por el Ganges, al Norte de la India, en la falda de la cordillera del Himalaya. El lugar es conocido por ser considerado  la capital mundial del yoga y por la visita de los Beatles, que fueron a “encontrarse a ellos mismos” en el ashram del Maharashi Mahesh Yogi. El resultado, aburrimiento supino y desbandada final en medio de acusaciones de acoso sexual contra el gurú…

Quizás conocer esta historia me condicionó, pero a mi el lugar me pareció como un parque de atracciones temático del esoterismo y el yoga.  La cuenta para mi… Creo que entendí la desbandada, encabezada por Paul, seguramente el más sensato los cuatro. Aún así, si uno se abstrae de la capa de tontería, el sitio tiene algo de fascinante, con los puentes colgantes sobre un Ganges aún sin rastro de contaminación… aunque carezca de la fuerza de la mucha más poblada, sucia y exagerada Varanasi.

El hombre de la foto era un tipo simpático. Estaba al borde del río, charlando con un amigo. Me pareció que tenía un aspecto imponente,  así que me propuse hacerle un retrato. Me fui acercando a el, como quien no quiere la cosa, dando vueltas y mirando para otro lado, esperando el mejor momento para abordarle y pedirle permiso. No hizo falta. El se me adelanto y me dijo, con cara de sorna, que si quería hacerle una foto. Disparé una de medio cuerpo para arriba, y luego está, que fue mi favorita  Se la enseñé en la pantalla de la cámara y recuerdo que se mostró muy sorprendido. Llevaba el 50 mm 1.8,  en una 350D. Una combinación muy pequeñita, que abulta poco y que tiene un aspecto más bien barato y plasticoso. Con esa birria no podía parecer un fotógrafo decente (hay estudios que demuestran que la gente juzga de forma más positiva las fotos hechas con equipos voluminosos). Al ver lo que podía salir de ese cacharrín, se llevó una grata sorpresa.

Y es que el 50 mm 1.8 de canon es la mejor inversión calidad/precio que nadie pueda soñar en una tienda de fotografía. Por 120 euros te llevas un objetivo que, simplemente, te convierte de forma casi instantánea en mejor fotógrafo… Si tienes una reflex y no tienes una focal fija, ya estás tardando…

 

 

 

Nuevas fotos: retratos de India (2)

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Hay un nuevo portfolio de la India en la sección de retratos.

De las que van en el grupo, he destacado esta foto porque me encanta, Simplemente por eso. Os recomiendo que veáis su versión integra, la del portfolio, no el recorte de esta entrada.

Su historia también es bonita. Y choca con la realidad que vemos en los periódicos. La hice en el patio de una Mezquita de Delhi. Allí, al ir con calma, terminé charlando con un grupo de fieles. Al principio solo con el padre de esta niña y de su hermana, igualmente preciosa. Hablaba un inglés razonable, así que nos pasamos un buen rato parloteando…. sobre todo de religión. Yo le expuse todos mis puntos de vista al respecto, y viceversa. En todo momento hubo curiosidad y respeto por lo que pensaba el otro, y a pesar de estar en una mezquita, no me sentí presionado cuando le explique mi postura, que no podía ser más opuesta a la suya. Por último, le pedí permiso a el y a sus hijas para hacer unas fotos a las niñas. Solo tiré dos, para no emponzoñar con mi ansia fotográfica lo que había sido una buena charla. Quedaron de lujo. Y esta, en particular, fue una de esas que no necesitas llegar a casa para saber que has conseguido algo potente. Una de esas que te hacen cosquillas en el estómago, de las que te crean una adicción que te obliga a seguir dándole al disparador.

Es verdad que había tipos en la mezquita con pinta de integristas con los que dudo hubiera podido mantener esa conversación, pero creo que allí, como en todos los países árabes que he visitado, la gente como este amable buen hombre y sus dos preciosas hijas son mayoría.

Al final, como siempre ocurre en India, se terminaron congregando a nuestro alrededor una pequeña multitud. La magia había terminado y era momento de dar las gracias y desaparecer.

La historia tiene un epílogo técnico de lo más melodramático. En aquella época, descargaba las fotos en un Ipod, pues mis tarjetas de memoria eran de capacidad bastante reducida. Al llegar a Madrid, y ponerme a pasar las fotos al ordenador, el Ipod se atascó cuando faltaban aún muchas por descargar, entre ellas esta. Casi me da un ataque. La solución me la dio un compañero de trabajo. Meter el cacharro 15 minutos en el congelador, dentro de una bolsa de plástico para protegerlo de la humedad. Así se contraen todas las partes mecánicas y existe una posibilidad de que el aparato, que es básicamente un disco duro, vuelva a funcionar durante un ratito… así fue, a mi se me pasó el disgusto, y vosotros podéis ver la foto. ¡Un remedio casero de lo más curioso y efectivo!

 

Nuevas fotos: Retratos de India (1)

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India es un paraíso para los retratos… ¡con dos inconvenientes!

Por un lado, fotografiar a hombres es bastante sencillo. Suelen dar su consentimiento, o incluso te piden ser fotografiados, pero tienen la manía de querer posar con cara de guerrero agresivo. No en vano, uno de los apellidos más frecuentes en la India, es Singh, que significa León. Son infinitamente amables, pero les gusta poner cara de duros delante de la cámara. En unas cuantas fotos queda bien, pero al final resulta monótono, y entonces tienes que intentar romper la barrera inicial para que el posado sea más natural. Una buena coña gestual hace milagros, como siempre.

Pero lo verdaderamente difícil es fotografiar mujeres. Niñas, pase, ancianas, quizás, pero mujeres adultas… ¡nunca te dan permiso! Por eso le tengo tanto cariño a esta foto. Es el único posado de una mujer que conseguí en tres semanas. Por suerte, era una belleza.

Como de todos los retratos que hago, recuerdo perfectamente las circunstancias que los rodearon. Es una especie de milagro, pues tengo una memoria pésima que, curiosamente, no mejora con los años. El origen de esta foto fue tomar un pequeño callejón, que salía de la calle principal, para volver por otro sitio al hotel. Una decisión aleatoria y aparentemente tonta, que nos metió en una de las experiencias más fuertes y auténticas que tuvimos en la India.

Estábamos en Bundi, un sitio ya de por si fuera de las rutas principales, aunque tampoco particularmente remoto. Allí es donde Kipling vivió y escribió “El libro de la selva”. Al poco de meternos por el callejón de marras nos dimos de bruces con un festival Hindú, una especie de procesión. Habría unas 300 personas en un espacio muy reducido. La verdad es que no fuimos muy capaces de entender lo que pasaba o lo que celebraban, pero como eramos los únicos occidentales, pronto nos convertimos en atracción. Y allí, entre toda la gente que estaba dispuesta a intentar charlar con nosotros por señas, estaba esta preciosidad que, en medio de la algarabía, dejo a un lado el exceso de modestia y se dejó fotografiar. Duró un instante, solo me dio tiempo a hacer un par de fotos y al poco nos “arrastraron” al interior de una casa. Allí el festival continuaba, y en la azotea, estaban haciéndole, literalmente, un exorcismo a un señor. Un hombre, haciendo de chamán, brujo, sacerdote, o como le quiera usted llamar, le agarraba con una mano por la frente, y a continuación el sujeto caía al suelo entre espasmos. Era tan alucinante que no fui capaz de sacar la cámara, no fuera a parecer ofensivo. Hay que decir que, en todo momento, y seguramente viendo la cara que debíamos tener, nos hacían señas de que todo iba bien… vamos, ¡de que no tuviéramos miedo! Después nos invitaron a picar algo con ellos. Intentamos comer lo menos posible, por el miedo a las cosas lavadas con agua local, y al poco nos fuimos, entre alucinados y aturdidos.

Lo mejor de viajar, sin duda, es doblar al azar la esquina acertada, la que no aparece en las guías y te lleva a donde no te imaginaste estar.