Gente

¡Bienvenidos a Birmania!

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Nada más aterrizar en Yangón una ola de Asia te explota en la cara; humedad, olores, calor, lluvia torrencial, calles inundadas hasta la rodilla, atascos inverosímiles… y por encima de todo eso, casi inexplicablemente, la afabilidad y la sonrisa permanente de la gente.

Visitar Birmania es una experiencia intensa, pues aunque el país está cambiando rápidamente, aún conserva su personalidad casi intacta. Para un fotógrafo es poco menos que un paraíso, aunque confieso que en este viaje han faltado días en las zonas más remotas. Quizás esta vez hemos seguido demasiado “la guía” pero, aún así, ha sido maravilloso. La gente es increíblemente amable, y nunca reniegan de hacerse una foto… es más, a menudo, tu te conviertes en el fotografiado con su móvil, algo que convierte el asunto en un juego aún mas divertido.

Como a todo el mundo al que le hago una foto, recuerdo exactamente a la chica que encabeza esta entrada y la conversación por gestos que tuve con ella. Esta memoria selectiva y misteriosa contrasta con mi horrible capacidad de retención para otros temas. Estábamos en el interior de uno de los miles de templos de Bagán, y ella era una turista, como yo, pero Birmana. Al verla no pude por menos que pedirle permiso para una foto… por el resultado coincidiréis conmigo que es difícil imaginar a alguien más elegante y hermoso.

Creo que es Asia condensada en una mirada.

 

Si una foto no es buena es que no estabas lo suficientemente cerca

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En Menorca, durante las fiestas de la Virgen de Gracia, la gente se mezcla con los caballos en una fiesta donde el sentido común no es precisamente lo que impera.  La ciudad se llena de caballos que hacen cabriolas a dos patas entre una multitud enfervorizada… y, en medio, unos cuanto flipados como yo intentábamos hacer fotos entre todo el jaleo.

El que me convenció de que estaba haciendo el estúpido y que esas cosas son para los locales, que para eso lo llevan haciendo toda la vida, es el caballo de la foto que parece sacada del Infierno. Al posar las patas delanteras, giro en redondo y con los cuartos trasero me mando al suelo, cámara y orgullo incluidos. Una pata la poso realmente cerca de mi mano. Me pone los pelos de punta recordarlo. Tras el aviso me retiré un poquito más lejos, al lado de unas viejecitas muy amables…

Las fotos las hice con el canon 85 mm f/1.8 montado en la 5D MkII. Era noche cerrada y primaba la necesidad de devorar luz, así que abrí a tope el diafragma. Están sin flash, para captar el ambiente de forma más natural. El procesado posterior se basa en dos capas de ps, manteniendo en una algo de información de color y en la otra todo el contraste del blanco y negro. Las fotos son más interesantes ampliadas. Pinchad sobre ellas y luego otra vez en el icono superior derecho. Atención al detalle del ojo del “caballo infernal”. ¡Eso es tener suerte con el foco y lo demás tonterías!

Desde luego esta vez cumplí la máxima de Capa: “si una foto no es buena es que no estabas lo suficientemente cerca”

 

Primer contacto…

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No podemos viajar más rápido que la luz, y hoy todo el planeta está explorado. Es imposible para nuestra generación tener un primer contacto con una civilización nueva y completamente misteriosa, como el que tuvieron los descubridores de antaño al toparse con América o al internarse por la ruta de la seda. A nosotros, nos queda, como triste sucedáneo, ser turistas, y a lo más, viajeros.

Dicho esto, lo más cerca que me he sentido de posarme en un mundo alienígena fue el día que llegué a Luang Prabang, capital espiritual de Laos.

He subido un nuevo portfolio a la sección de Gente, con imágenes de esos habitantes de aquel primer contacto.

Saturando los sentidos

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Eso es lo que te transmite la India, y espero que sea lo que refleja un nuevo portfolio, denominado India 2, en la sección de gente.

Desde que llegas, todo te resulta extraño. El calor intenso, la humedad agobiante, los olores, los sonidos, la conducción desquiciada… y la miseria absoluta. Flotando, sin tocarla, transmitiendo la misma sensación de irrealidad que una alfombra mágica sobre Macondo, hermosas mujeres inmaculadas en saris azafran, violeta y añil.

Por eso, o te fascina o lo odias. No hay termino medio.

 

 

Un mundo intenso

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Aprovecho el atasco que tengo con el procesado de las fotos de Islandia para retomar el subir fotos antiguas, en este caso de la India. Tenéis un nuevo portfolio, denominado India  1, en la sección “Galería”,  bajo la categoría de Gente.

Hay un poquito de todo, desde unos chavales limpiándose los dientes en el Ganjes, en Varanasi -¡madre mía!-, hasta una instantánea del interior del templo de las mujeres. Acostumbrado ahora a las fotos de la 5DmkII, estás, hechas con la 350D, parecen un poco ruidosas y de foco un tanto blando, pero creo que retratan bien la intensidad de un mundo que a mis ojos era extremo, fascinante y extraño.

La visita al templo que antes mencioné se saldó con otro de esos momentos raros que te ocurren cuando viajas solo. Como su propio nombre indica, en el interior los fieles eran prácticamente en su totalidad mujeres. Su arquitectura no podía ser más rara. Antes de llegar a la estancia principal, debías atravesar una serie de pasillos cuajados de dioses, compitiendo a ver cual era el más hortera y estaba pintado con los colores más llamativos. Por uno, que simbolizaba un río, corría un palmo de agua  y debías mojarte si o si para superarlo. Otros eran tan angostos que se hacía necesario cruzarlos a gatas. Por todos los rincones había altares humeantes. El lugar era genuinamente kisrsh, dominado por el cartón-piedra, casi como si alguien hubiera hecho una broma mezclando una tienda Ikea con pruebas del 1, 2, 3.

Una vez en la sala principal había un grupo de mujeres, más bien mayores, sentadas en torno a un Guru. Al verme, una señora gordita y bonachona me llamó, y allí, entre ellas, me sentaron. Cuando me di cuenta estaba con una corona de guirnaldas alrededor del cuello, tomando un refresco e  intentando cantar dios sabe qué con esa gente. Fue un momento muy simpático y no se si ellos se reían más de mi imitación de los cantos hindúes o yo de lo extraño de la situación. Recuerdo que el Gurú me preguntó donde iba a seguir mi viaje, y tras decirle que a Risikesh me dio una tarjeta de un sitio, un ashram, para que fuera de su parte a alojarme gratis. Lo cierto es que no lo hice.